jueves, 5 de febrero de 2015
Patarroyo dice estar cerca de encontrar la cura contra la Malaria
Hace cuatro años, cuando un fallo del Tribunal Administrativo de Cundinamarca les quitó a Manuel Elkin Patarroyo y a su equipo los permisos para investigar en animales, la vacuna contra la malaria mostraba una protección contra el parásito que la causa del 81,6 por ciento en primates.
A eso se había llegado después de 31 años de trabajo continuo, durante el que se identificaron y completaron 88 proteínas importantes del parásito, que están involucradas en la infección de las células humanas. Después de identificarlas averiguaron cómo estaban hechas, y aplicando un método inventado por Patarroyo y su equipo de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (Fidic), las fabricaron en el laboratorio, enteras y en pedazos.
“Con cada una de ellas, y con cada pedazo, probamos cuáles eran las más importantes en la infección”, explica Patarroyo.
Este trabajo, que fue publicado en distintas ediciones de Chemical Reviews (la publicación de química más importante del mundo), permitió la preparación de vacunas que empezaron a ensayarse en monos.
En ese proceso se hizo un hallazgo trascendental: muchos de estos pedazos de proteína no eran identificados por el sistema inmunológico de los monos, razón por la cual podían infectar su organismo; eso explica por qué tampoco el cuerpo humano logra defenderse del parásito.
De acuerdo con Patarroyo, eso los llevó a buscar, de manera frenética y minuciosa, una forma de que el cuerpo identificara estos pedazos dañinos.
“Durante años –señala– fabricamos cerca de 40.000 pedazos de proteínas, que fuimos modificando hasta lograr que las defensas del primate los reconociera. Eso requirió 4.000 estudios en monos. Los avances fueron divulgados en más de 50 artículos de las principales revistas de química, malaria e inmunología del mundo”.
Según Patarroyo, lograron que las defensas de los monos reconocieran sesenta pedazos de proteínas, que podrían funcionar como vacunas; la mezcla de veinticuatro de ellas permitió elaborar una vacuna que obtuvo una respuesta protectora del 81,6 por ciento. “Es el máximo nivel obtenido en animales, en toda la historia de esta investigación; otros estudios alcanzaron solo el 12 por ciento”, dice.